Pareciera increíble que el nuevo año lo arranquemos nuevamente con un duro jaloneo por nuevos comicios electorales. 

Hacia tan solo un año, en 2018, iniciábamos el proceso más hostil y controversial en la historia de Puebla, que de entrada, a modo de saldo, dejó a una sociedad marcadamente dividida. 

La del año pasado fue una lucha por el poder encarnizada, dejando a un lado los principios de ética política; las dos principales fuerzas se estaban jugando el todo por el todo. 

El final ya lo sabemos. 

En Puebla de acuerdo a las cuestionadas instituciones, el panismo ganó solo una diputación federal, algunos ayuntamientos y la gubernatura; lo demás lo perdió. 

No conforme con el voto dividido, la elección se impugnó al tiempo que la división era más evidente. Entre poblanos existió la agresión en su más variados rostros. 

Fue una lucha sin cuartel. 

Incluso, el Caso Puebla también ocasionó una seria ruptura entre los magistrados del máximo tribunal electoral del país, con uno de sus integrantes quien decidió revelar su proyecto de anulación de la elección. 

El desenlace ya lo sabemos. El pleno desechó la impugnación y decidió ratificar el triunfo de quien se convertiría en la primera mujer gobernadora de Puebla y la primera mandataria estatal emanada del PAN a nivel nacional, quien sólo gobernó 9 días pues el helicóptero en el que viajaba junto con su esposo, el lider del morenovallismo, se desplomó en plena víspera de Navidad. 

Cuando se creía que la confrontación había terminado, aún sin guardar los nueve días de luto (tradición de muchos pueblos, como el mío) vino nuevamente la descalificación, la lucha y la división. 

La guerra será aún más aguda. 

Y es que además se avecina la elección extraordinaria en cinco municipios y antes de ello la elección de los presidentas auxiliares, que aunque los partidos aseguran que no meterán las manos, sus intereses son más que evidentes y no cumplirán con ese acuerdo. 

Para muestra, esta mañana una persona que nos apoya con el aseo en casa me mostró unos mensajes “anónimos” de una campaña de “advertencia” sobre dos sujetos quienes tienen azorados a la comunidad. 

Los mensajes aseguran que un tal Chano y una palomilla de personajes vinculados con la política de aquella región, han cometido graves actos indebidos, mismos que son del conocimiento social pero que no han querido ser investigados por el actual Concejo Municipal. 

A decir de “Conchita” vecina de aquel municipio y quien conoce a estos personajes, el temor se comienza a apropiar de cara a las votaciones. Por eso se requerirá un filtro para la elección de los candidatos aunque falta que se presenten las pruebas correspondientes ante las autoridades competentes cuando de un señalamiento se trate. 

Sin embargo, las campañas negras incluso antes de que inicien los procesos electorales dan muestra del bajísimo nivel que pretenden mostrar quienes van a competir por el poder, no importa si se trata de una junta auxiliar o de la mismísima gubernatura.