Esta semana es altamente probable que se resuelva el conflicto postelectoral en Puebla para definir si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratifica a Martha Erika Alonso como la triunfadora de las elecciones por la gubernatura del pasado 1 de julio o si por el contrario, se anulan y se repiten.
Conforme pasan las semanas la incertidumbre crece puesto que el fallo podría pasar del rigor técnico a una decisión presidencial.
Los tiempos en la política son precisos y el hecho de que el panismo nacional se haya renovado y Marko Cortes haya tomado este lunes las riendas de Acción Nacional, marca la pauta para que Andrés Manuel López Obrador tenga con quien negociar y determinar si le conviene ceder Puebla o poner a prueba su capacidad de operar una elección extraordinaria, que dicho sea de paso, le serviría para su ego y consumo personal como un modo de referéndum.
Anular la elección sentaría un riesgoso precedente en la historia del país pues nunca se había vivido un escenario como tal y echaría abajo la máxima de la democracia de que una elección se gana o se pierde así sea por un voto.
De ratificarse el triunfo de Martha Erika Alonso, vendrá una reestructuración en los partidos y en el legislativo local; se reajustarán los cuadros o liderazgos del morenivallismo y del galismo; la estructura gubernamental se reconfigurará y se entrará en un proceso de transición apresurado por los tiempos.
De invalidarse la elección se vivirá una etapa de ingobernabilidad debido que los grupos políticos estarán peleando entre sí primero para determinar quién irá como gobernador interino y después como candidatos.
Aquí la variable será si el fallo del tribunal permitirá o no la participación de Martha Erika para volver a contender y por el lado de Barbosa surgirán los grupos que buscarán que no sea nuevamente el candidato que los lleve a la derrota... por segunda vez.
Se vecinas tiempos complejos para Puebla.
@AlbertoRuedaE