Si la comunidad estudiantil tan solo hubiera respetado a Fátima. Su trágica historia no se hubiera escrito.
La agresión de la que fue víctima está joven de apenas 13 años es indignante y sobre todo es un reflejo de la falta de sororidad, del bullying que sigue siendo subestimado y hasta de la indiferencia de las autoridades en materia educativa y de impartición de justicia.
Este acto de violencia no solo es un ataque físico hacia una niña, sino también una manifestación de la falta de empatía, solidaridad y respeto entre las personas. La agresión de mujeres contra mujeres resulta una contradicción en una sociedad que promueve la sororidad así como el cuidado y respeto a las mujeres. Este caso hace que nos cuestionemos qué valores se están enseñando a las nuevas generaciones? ¿Por qué se naturaliza la violencia entre mujeres, en lugar de practicar el respeto y el apoyo?
Tras lo ocurrido el papá de Fátima dio a conocer que las agresiones a sus hija ya habían sido denunciadas a las autoridades escolares de la Secundaria número 236, quienes restaron importancia al caso en lugar de proteger y dar respuestas a la familia de Fátima, se generó una sensación de desamparo y frustración.
La indiferencia institucional ante los casos de violencia escolar es un tema que preocupa. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 45% de los estudiantes mexicanos de secundaria y preparatoria han sufrido algún tipo de violencia en las escuelas, ya sea física o emocional. Y esta cifra no es un número frío; son jóvenes como Fátima que enfrentan acoso, humillación y violencia todos los días. A pesar de la gravedad de estos hechos, las respuestas de las autoridades son a menudo inadecuadas y lentas. Las medidas preventivas, los programas de sensibilización y los protocolos de actuación frente a situaciones de violencia escolar parecen no ser prioridad, y esto perpetúa el ciclo de abuso.
El movimiento #Justiciaparafatima continua ganando fuerza en las redes sociales, donde miles de personas están alzado la voz exigiendo que se haga justicia. Esta presión social continúa siendo fundamental para que el caso no se quede en el olvido y para que se pongan en evidencia las fallas en el sistema educativo y judicial.
Resulta urgente reflexionar sobre cómo estamos construyendo nuestra sociedad. ¿Por qué se sigue permitiendo que la violencia escolar continúe siendo un tema invisible hasta que ocurre una tragedia? ¿Por qué no se educa a muchos niños para que respeten y apoyen a sus compañeros en lugar de agredirlos? ¿Por qué no exigimos que se tomen medidas más eficaces en las escuelas y que las autoridades respondan de manera más diligente?