Casi han pasado dos semanas del sismo y hay gente que comienza a rehacer su vida o que sigue buscando cómo reponerse de la tragedia.
Muchos poblanos que no resultaron damnificados también se reponen emocionalmente del 19 de septiembre. Es momento de dejar atrás la tragedia y tratar de seguir adelante.
Por ello resulta inexplicable que mientras a la mayoría de la población le ha tomado varios días regresar a la normalidad haya quienes aprovecharon la vulnerabilidad de los civiles ante el sismo para hacer de las suyas.
A nivel nacional uno de los casos más sonados fue el de la joven a quien le vaciaron su cuenta de ahorro después de que alguien la despojó, ya estando sin vida, de su tarjeta de débito. El dinero hurtado, que emplearon malhechores para comprar ropa, fue devuelto a los padres de la joven de 24 años por la institución bancaria donde se abrió esta cuenta de ahorro.
Pero esa es solo una de las tantas historias que, lamentablemente, ocurrieron durante el sismo.
Aquí en Puebla también hubo casos de personas que tras regresar a su centro de trabajo, luego del sismo y del susto del 19 de septiembre, se dieron cuenta que sus pertenencias ya no estaban completas. Increíblemente fueron víctimas de robo.
Me cuesta trabajo entender que haya personas que entre ataques de nervios, histeria, susto y dolor, hayan tenido la frialdad para hurtar a sus propios colegas quienes ante la magnitud de este fenómeno dejaron todas sus pertenencias para correr a resguardarse.
Tampoco cantan mal las rancheras en a aquellos centros de trabajo donde la urgencia era renovar actividades a pesar de contar con instalaciones que no habían sido revisadas a profundidad o que muestran daños visibles.
Esta situación no ha sido privativa del sector privado sino también del sector público pues aquí en Puebla hay empleados de diversas áreas de gobierno que por instrucciones de sus superiores tienen que laborar en oficinas resentidas por el sismo.
¡Qué cosas!