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lunes, noviembre 24, 2025
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En Puebla la oposición no está muerta… sólo está ocupada en otras cosas.

En el papel, hay partidos, dirigentes, coordinadores y hasta “bloques opositores”. En la realidad, lo que hay es una simulación tan evidente que el ciudadano ya no sabe si reír, llorar o pedir que por lo menos hagan bien la farsa.

Empecemos por el PAN. Mario Riestra Piña es, en teoría, el dirigente estatal. En teoría. Porque para encontrar una postura clara suya frente al gobierno hay que hacer casi trabajo de arqueología. Entrevistas, casi ninguna. Respuestas a medios, menos. Solicitudes de posicionamiento, en visto. Esa es la “principal oposición” del estado: un dirigente que parece más preocupado por no salir en la foto equivocada que por dar la cara.

Mientras tanto, la sensación es que quien sigue moviendo hilos en el panismo poblano es Genoveva Huerta, con su lugar bien asegurado en la estructura estatal y sus redes operando como de costumbre. Él preside, ella opera. Él se esconde, ella aparece. Y el partido, en lugar de ser contrapeso, se reduce a ser un tablero donde se reparten cuotas, consejerías y favores.

En el Congreso del Estado la película no es muy distinta. Si hiciéramos un inventario honesto de quiénes ejercen realmente como oposición, el listado sería de risa: Rafael Micalco Méndez… y pare usted de contar. Micalco sube a tribuna, se planta, vota en contra cuando toca. Los demás, en su mayoría, apuestan a la técnica del mueble: están, pero no estorban. Parecen más preocupados por no “quemarse” de aquí a la próxima pluri que por representar a quienes los eligieron.

Y ahí es donde entra el contraste más fuerte: mientras varios partidos han renunciado a hacer oposición, las voces que sí intentan ejercerla vienen, cada vez más, de mujeres que decidieron no quedarse calladas.

Por un lado, Delfina Pozos en el PRI, que por lo menos se atreve a fijar postura y salir al ruedo cuando otros priistas siguen atrapados en la nostalgia del pasado y en la comodidad del “a ver qué me toca”. No es menor en un partido que suele preferir la disciplina al debate.

Pero donde de verdad se siente que hay una intención de construir algo diferente es en Movimiento Ciudadano. Y ahí el nombre que empieza a repetirse una y otra vez es el de Fedrha Suriano Corrales.

Fedrha no sólo llena el hueco que dejan otros; trae discurso, trae narrativa y, sobre todo, trae algo que incomoda mucho en la vieja clase política: coherencia. Mientras algunos partidos hablan de “ciudadanía” pero siguen operando como franquicias familiares, MC intenta pintar una raya clara: ni subordinado al gobierno, ni de rodillas ante el viejo PRIAN reciclado en alianzas convenientes.

Por eso no sorprende que cada vez más se hable de MC como la alternativa real rumbo a 2027 y 2030. Ahí están las señales: la llegada de personajes que ven en el naranja una tabla de salvación frente a partidos desgastados; el acercamiento de exalcaldes capitalinos como Eduardo Rivera Pérez o Adán Domínguez, dejándose ver cerca del movimiento naranja como quien manda un mensaje en clave al PAN:
“mírame, si no me valoras aquí… allá sí me quieren”.

La escena es clara: mientras algunos se aferran al cascarón azul o tricolor, otros empiezan a ver en MC la oportunidad de relanzarse… o de por lo menos seguir en la jugada.

El problema es que muchos de esos que coquetean con MC traen los mismos vicios de siempre. Y es ahí donde la figura de Fedrha y de las mujeres que están empujando desde dentro se vuelve clave: si Movimiento Ciudadano realmente quiere ser alternativa, no puede convertirse en el basurero fino donde van a caer los desechos de otros partidos. Tiene que ser filtro, no refugio; proyecto, no recicladora.

Del resto de los partidos locales, mejor ni gastar tinta. Son satélites del partido en el poder, orbitando dócilmente a cambio de prerrogativas, mini alianzas y uno que otro cargo menor. No hacen oposición, hacen trámite. Si desaparecieran mañana, a la vida democrática de Puebla le cambiaría poco… o nada.

La pregunta de fondo es incómoda pero urgente:

¿Puebla tiene oposición… o sólo estructuras electorales que se activan cada tres años para negociar lo que se pueda?

Hoy, las figuras que medio sostienen el papel de contrapeso están contadas: un Micalco que no se queda callado, una Delfina Pozos que empuja desde el PRI lo que se deja empujar, y una Fedrha Suriano que, desde Movimiento Ciudadano, intenta construir algo distinto mientras todos alrededor se acomodan para 2027 y 2030.

La oposición poblana sueña, sí:

Sueña con pluris, con alianzas, con brincos de partido en partido, con fotos en eventos naranjas, azules o tricolores, según convenga.

Pero son pocas —muy pocas— las personas que sueñan con una cosa más simple y más difícil: con representar de verdad a los poblanos.

Y entonces, la frase se vuelve dardo:

¿A qué le tiras cuando sueñas, oposición poblana?
¿A qué le tiras cuando sueñas… mexicano?

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Jorge Barrientos
Jorge Barrientos
Reportero y fotógrafo con 20 años de experiencia en medios de comunicación: radio, prensa escrita y digitales. Actualmente en la fuente política. Padre de familia y amante del rock.
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