La expansión urbana representa una de las mayores amenazas para la biodiversidad, y sus efectos no siempre son evidentes. En este contexto, estudiantes de la IBERO Puebla y el Dr. Romeo Alberto Saldaña Vázquez, académico del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, SJ (IIMA), desarrollaron una investigación centrada en las colisiones de aves contra cristales en entornos urbanos.
Este fenómeno, poco estudiado en México, ya ha sido documentado con preocupación en países como Canadá, donde se estima que 12 millones de aves mueren cada año por impactarse contra ventanas o fachadas de vidrio; en Estados Unidos, la cifra se dispara hasta 900 millones.
En nuestro país, aunque los registros son todavía limitados, se ha identificado que pueden ocurrir hasta 20 colisiones al año en un mismo espacio reducido, como ventanales de casas u oficinas.
El problema radica en lo que la ecología denomina “trampas ecológicas”: estructuras que, lejos de servir como hábitat o refugio, resultan letales para la fauna. Las aves, al no percibir la presencia de los cristales, intentan atravesarlos para alcanzar áreas verdes reflejadas o cercanas, lo que ocasiona choques mortales.
Entre los factores que aumentan el riesgo se encuentran la cantidad de vidrio sin señalización, la cercanía de árboles o vegetación a las fachadas, y la colocación de bebederos o comederos cerca de ventanas. Por ello, el Dr. Saldaña Vázquez recomienda medidas simples pero efectivas para prevenir colisiones: colocar películas UV, interlaminados o calcomanías visibles en los cristales; cerrar las cortinas cuando no se esté en casa y apagar las luces durante la noche.
En caso de presenciar una colisión fatal, se invita a registrar el incidente en la aplicación de registro de especies Naturalista, subiendo una fotografía del ave. Esta información será clave para identificar las especies afectadas y avanzar hacia estrategias de mitigación más efectivas.