Ya no son hechos aislados. Y si no se toman cartas en el asunto no tardará mucho en que nos de miedo ir a hacer comparas en las plazas comerciales de Puebla.
No está de más decir que resulta indignante lo ocurrido hace unos días en una tienda departamental con el caso de la llamada #LadySears. Por donde quiera que se vea este asunto, todo estuvo mal. Un señora, que según su víctima, actuó de forma arrogante, prepotente y violenta. Una clienta que fue ignorada por personal de la tienda desde el momento en que no le hacían caso cuando busca artículos para comprar hasta el momento en que fue agredida verbal y físicamente al interior del establecimiento. Por supuesto también, personal de la tienda departamental que no solo carece de empatía sino también de protocolos de actuación y de seguridad en entorno laboral.
Y aunque en este caso la tienda se negó a compartir los videos de la agresión solicitados por su clienta, sí su clienta, porque antes de los hechos la afectada ya había hecho una compra previa, de acuerdo con lo narrado por Karen Espinosa en sus redes sociales, fueron, en otro caso, imágenes de las cámaras de seguridad, las que dejaron en evidencia al presidente municipal de Cuyoaco y sus acompañantes.
El video difundido en la cuenta del periodista, Carlos Martín Huerta, y replicado por otros medios y usuarios de las redes sociales, expuso lo que presuntamente sería abuso de poder y amenazas cuando los escoltas – o acompañantes – del presidente municipal de Cuyoaco, Iván Camacho Romero, intervienen para presuntamente amedrentar al empleado de una tienda departamental, también en el centro comercial Angelópolis, cuando al parecer había contratiempos para el cambio o devolución de un producto.
Es quizá la impunidad la que más molesta en ambos casos que, si no se hubieran hecho virales en redes sociales, habrían quedado en el olvido como tantos más que ocurren en la cotidianidad.
Lo que es un hecho es que este tipo de situaciones reflejan cada vez más la impulsividad y falta de control emocional de las personas así como la intolerancia y la frustración, que en un amplio número de personas se encuentran a flor de piel.
Existe un deterioro en el tejido social generado por la falta de empatía y respeto al prójimo que cada vez es más evidente como también lo es la percepción de impunidad ante la falta de sanciones o consecuencias inmediatas ante estos y otros hechos.
A eso hay que agregar la falta de capacitación al personal tanto de piso en las tiendas departamentales como de personal de seguridad. Todos ellos deben saber cómo manejar estos conflictos y cómo intervenir de forma oportuna para proteger tanto a los empleados como a ellos mismos. No hay que olvidar que recientemente el secretario de seguridad pública, Francisco Sánchez, señaló que un amplio número de empresas de seguridad privada, que son las que brindan servicio en plazas comerciales, no cumplen con los protocolos de actuación por lo que ya son objeto de verificación.
Queda claro que las empresas, o tiendas departamentales involucradas, deben asumir su responsabilidad ante los hechos ocurridos. La capacitación hacia los elementos de seguridad privada y cumplimiento en sus protocolos debe ser una realidad, no una promesa para ganar contaros de prestación de servicios, pero también debe haber mayor celeridad y firmeza por parte de las autoridades para investigar y sancionar a los responsables, así como para garantizar la seguridad en espacios públicos. Aquí conviene resaltar que a principios de este mes un ciudadano estadounidense perdió la vida cuando sujetos a bordo de una motocicleta, al interior del estacionamiento en Plaza Solesta, le dispararon tras forcejear para robarle un reloj de alta gama. La víctima falleció horas después en un nosocomio cercano.
No podemos dejar de lado la importancia de tomarnos muy enserio el fomento de una cultura de RESPETO y TOLERANCIA entre la sociedad.