Diciembre llega con luces, playlist navideñas y la promesa de descanso. Pero para muchas mujeres, la Navidad no comienza en Nochebuena: empieza semanas antes. Y diciembre, lejos de ser una pausa, se convierte en un mes de hiperexigencia física, mental y emocional.
Listas que no se acaban, sostener tradiciones antiguas y crear nuevas, mensajes que responder, planes que organizar, emociones que administrar. Entonces surge la pregunta inevitable: ¿quién sostiene realmente la Navidad?
Si en tu casa las mujeres decoran, organizan, cocinan, compran los regalos y se aseguran de que todo salga bien, no es casualidad. La Navidad se construye sobre el trabajo de cuidado, muchas veces invisibilizado a: madres, abuelas, tías, hijas y hermanas.
Angie Contreras, vocera de Mujeres Vivas, Mujeres Libres, lo explica así: “La Navidad no ocurre sola. Detrás de cada mesa puesta, cada regalo pensado y cada reunión familiar, hay cuidado y carga mental que recaen, casi siempre, en las mujeres. Nombrar esa labor es el primer paso para reconocerla y repartirla.”
En diciembre, esa carga mental se multiplica. Y aunque pocas personas lo saben, ese esfuerzo tiene nombre: kin-keeping, o “cuidado de los lazos familiares”. Es el trabajo invisible de organizar, recordar, mediar y mantener la conexión familiar, un rol que, de forma sistemática, asumen las mujeres. El problema no es solo el cansancio, sino que ese esfuerzo suele pasar desapercibido para quienes se benefician de él.
No es una percepción aislada. En México, las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres al trabajo del hogar y de cuidados no remunerados, según la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo del INEGI.
El trabajo del hogar y de cuidados no remunerado en México equivale a más de una cuarta parte del Producto Interno Bruto del país, y son las mujeres quienes aportan la mayor parte de ese valor. La economía —y también las fiestas decembrinas— se sostienen sobre ese trabajo que casi nunca se reconoce.
La magia no aparece sola. Alguien la hace posible: casi siempre las mujeres.
Hablar de la carga mental y emocional de las mujeres en Navidad no es ser grinch. Es ser realista. Y también es una invitación a dar y pedir apoyo, a repartir tareas y a visibilizar el trabajo invisible.
Como señala Lizeth Mejorada, portavoz de Mujeres Vivas, Mujeres Libres: “Hablar de la carga emocional de las mujeres en Navidad no es arruinar la fiesta, es hacerla más justa. Sin corresponsabilidad, la magia se sostiene a costa del cansancio de las mujeres. Esta navidad invitamos a las familias a repartir la carga de trabajo entre todas y todos”
Sin cuidado para quienes sostienen la Navidad, la magia también se acaba.








