“El Día de Muertos es, sin duda, la fiesta popular más importante de México, incluso por encima de la Navidad, porque es una celebración colectiva que nos une como nación”, aseguró el arqueólogo Eduardo Merlo Juárez, Asesor Cultural de la UPAEP.
Merlo Juárez explicó que esta tradición tiene su origen en las culturas prehispánicas, las cuales concebían la muerte no como un castigo, sino como un descanso. “Nuestros antepasados creían que los difuntos regresaban una vez al año a visitar a los vivos. Por eso los recibimos con una comida bien adornada. Si no hay comida, no hay ofrenda. Es un banquete para quien amamos y que ya partió”, destacó.
El arqueólogo recordó que los elementos de la ofrenda tienen un profundo simbolismo. “Al muerto se le ofrecen aromas, colores, sabores y sonidos, porque al estar en el más allá, sus sentidos están dormidos. Por eso deben sentir el olor del mole, escuchar las oraciones y saborear los platillos que más disfrutaban en vida”, comentó.
En toda ofrenda mexicana, explicó, no pueden faltar el mole y el arroz, “porque son los platillos tradicionales de la región poblana”, además de un postre o dulce, como el tradicional punche de maíz azul y flor de azahar, hoy en proceso de rescate entre las nuevas generaciones.
Asimismo, las flores de cempasúchil son esenciales, no solo por su aroma y color, sino por su profundo significado simbólico. “En el mundo prehispánico, el sol que se ocultaba al morir el día se convertía en una gran flor de cempasúchil en el inframundo. Por eso se le llama flor de muertos. Además, sus pétalos forman caminos para guiar a las almas hacia su hogar”, explicó.
Merlo Juárez señaló que ofrecer alimentos a los difuntos es una forma de reciprocidad y gratitud. “Nuestros abuelos y bisabuelos trabajaron por nosotros, nos alimentaron, y al morir se convirtieron en abono de la tierra. Nosotros les devolvemos el favor ofreciéndoles comida. Es un gesto de amor y reconocimiento”, enfatizó.
También aclaró algunos mitos comunes: “Las ofrendas con escalones, los siete niveles o los tres pisos no tienen un significado ancestral. La ofrenda original era un banquete sencillo, adornado con flores y luces, no un altar simbólico. Es una tradición familiar, no religiosa, aunque muchos incluyan imágenes por devoción personal”.
Eduardo Merlo destacó que, aunque hubo un periodo en que los jóvenes se alejaron de la costumbre por influencia del Halloween, actualmente la tradición ha resurgido con fuerza. “El Día de Muertos se comió al Halloween. Hoy vemos más calaveras, catrinas, desfiles y ofrendas en casas, escuelas y calles. La cultura mexicana es dinámica y se sigue enriqueciendo con cada generación”, expresó.
Incluso, dijo, la celebración ha cruzado fronteras. “En ciudades como Chicago, Nueva York y Los Ángeles, ya se pueden ver calles llenas de cempasúchil y calaveras. Los mexicanos llevamos nuestras tradiciones a donde vayamos, y eso es motivo de orgullo nacional”.
El arqueólogo explicó que, de acuerdo con la tradición mesoamericana, las celebraciones inician el 28 de octubre y concluyen el 2 de noviembre.
El 28, llegan las almas de quienes murieron trágicamente o en accidentes.
El 29, los que fallecieron por causas relacionadas con el agua o el frío.
El 30 y 31, los niños que aprendieron a comer.
El 1 de noviembre, los difuntos adultos.
Y el 2 de noviembre, se despide a todos los muertos hasta el siguiente año.
De manera reciente, mencionó, se ha añadido el 27 de octubre como día dedicado a las mascotas, lo cual consideró un gesto tierno y significativo. “Las mascotas también forman parte de nuestra familia. Es bonito recordarles con su comida, su collar o sus flores, porque en el mundo prehispánico los perros ayudaban a las almas a cruzar el río hacia el más allá”, comentó.
Merlo Juárez subrayó que más allá del colorido o la exuberancia, lo esencial es mantener vivo el espíritu de la tradición. “No importa si la ofrenda es grande o modesta. Lo importante es poner algo, aunque sea sencillo, porque eso mantiene viva la memoria de quienes amamos y fortalece los lazos familiares”, señaló.
Finalmente, invitó a todas las familias mexicanas a participar activamente en esta celebración. “El Día de Muertos es una de las temporadas más hermosas que tenemos. Pongan su ofrenda, aunque sea pequeña. Mientras sigamos recordando a nuestros difuntos, esta tradición seguirá viva y seguirá dándonos identidad como mexicanos”, concluyó.









