Las diferencias entre el ex candidato a la gubernatura, Luis Miguel Barbosa Huerta, y la alcaldesa electa, Claudia Rivera Vivanco, están al “rojo vivo” que hasta uno de ellos tuvo que cambiar su número telefónico y guárdalo como “secreto de estado” para no ser molestado.
Resulta que después de la jornada electoral del primero de julio el hostigamiento, señalamientos y ataques en contra de la presidenta municipal electa arrecieran por no subordinarse a los caprichos de Barbosa Huerta, luego que éste perdió los comicios.
Las llamadas a Rivera Vivanco para sumarse a la cargada en contra del presunto fraude electoral en Puebla denunciado por el ex aspirante a la gubernatura por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se incrementaron en un tono nada amistoso.
Esto provocó que la alcaldesa electa cambiara su número telefónico para frenar este acoso y la exigencia para no proporcionarlo a nadie salvo previa autorización e incluso su personal tampoco tiene acceso manteniéndolo como “secreto de estado”.
Incluso para concretar con Rivera Vivanco una entrevista presencial o telefónica para radio la petición debe pasar por varios filtros y no se proporciona el número de contacto solamente se pide a dónde marcar para regresar la llamada o entrar en vivo.